martes, 15 de julio de 2008

El ubicuo

(Folios encontrados por José Antonio Soria Estevan)

- ¿Hola?

La voz me llegó desde varios puntos a la vez, tanto es así que pensé que habían venido cientos de gentes

- Hola - dije tras remotenarme[1], lo dije fuerte y claro, tan fuerte y claro como pude sin desinconstear[2] mis augnas[3] para evitar un plocline[4].

- Soy yo - me dijo el que estaba al fondo, tras la verja, mientras otro me miraba desde la cúspide, y otro orinaba mientras volaba sobre la hierba, y otro ya estaba sentado sobre mi piedra, y otro...

- Pase por favor - le dije al único que había tras la reja
- Por favor - le dije al que volaba y orinaba - no siga orinando sobre la hierba, pues dicen que la orina es perjudicial para ella.

- Perdón - me contestó mientras aterrizaba en el camino de lastra.
- Oiga - oí a mis espaldas - ¿Tendría una hermana o una prima por casualidad?

En un momento se pusieron todos a hablarme a la vez, y como eran tantos intenté ubicar al único. Abrí los brazos en cruz, como es costumbre en estos casos, y lancé un gemido corto, no quería ser descortés. Entonces lo vi. Pelo ralo, chaqueta oscura, zapatos marrones y una pequeña herida sobre la ceja izquierda que no paraba de manar sangre en claro chorro aunque fino. A veces el visitante utilizaba un pañuelo para taponar la casi invisible herida.
Andaba por el camino de lastra ascendiendo hasta mi posición. Se sentó encima de él y yo me aposente en la piedra que quedaba libre.

- Vengo por lo del anuncio. Usted claramente hace alusión en él a la obligada presentación de una singularidad pluralizante, y heteme aquí que soy justo lo que busca.

- Pero.... ¿en que sentido piensa Usted que me interesa su cometido? Le pregunté más por cortesía que por querer saberlo.

- Pues la capacidad que poseo para una misma estancia en dos sitios distintos a la vez. Como vulgarmente decimos en mi pueblo, “estar en el plato y en las tajadas”. Aunque si he de serle sincero, le diré que mi capacidad se diluye en presencia de la materia y se transforma en una capacidad restringida solo al paréntesis que encierra la posibilidad del ejercicio de la captación de varias conversaciones a la vez.
- Mire, yo trabajo en una oficina de la administración, no, no crea que tengo alguna oposición hecha, no. Soy un trabajador eventual que por no haber presupuesto, mi nómina viene como si fuera un camión dando portes de arena y grava a no sé dónde, porque no se está realizando ninguna obra en mi pueblo. Como le digo, trabajo en una ventanilla cara al público. Mi misión consiste en ayudar a rellenar los mil sofisticados impresos que la administración inventa para “facilitar”, dicen, la vida al ciudadano. Pues bien al comenzar mi trabajo solo podía explicarles de uno en uno, hasta que desarrollé esta facultad que curiosamente desconocía. Y tal es el día que puedo ayudar a diez, si es necesario, a la vez. El problema es que no he sabido diferenciar entre el trabajo y mi particular vida. Así he llevado esta facultad a la calle y me encuentro con la incomprensión de la gente. No puedo hablar con alguien tranquilamente en ningún lugar sin oír lo que a mi alrededor dicen otras conversaciones, otros grupos, otras gentes, y claro, dada la formación pedagógica adquirida en mi ventanilla, no tengo más remedio que asaltar las conversaciones vecinas poniendo mi granito de arena. Esto ha hecho que últimamente me encuentre más bien solo. Debe ser porque la gente tiene envidia de mi particular facultad. ¿Qué no te lo crees?

No sé por qué dijo esto, pues siempre flecto[5] una cara que no denota, al menos eso creo, nada que pudiera hacer pensar que no me creo algo. Pero hablar de incredulidad con estos seres es muy arriesgado, ya que no depende nunca la credibilidad del oyente, sino del parlante. Si este último piensa que lo que está diciendo no es cierto, o, aún siéndolo le cuesta trabajo superar las mentiras vertidas sobre él, o el caso de que se trate, entonces, el parlante deberá sofisticar los argumentos para de esa manera intentar llevar al interlocutor, al oyente, a “su terreno”. Pero no es de gran interés esta reflexión, porque el parlante siempre acaba poniéndote un ejemplo que se adapte a sus necesidades. Por eso siguió hablando:

- Te voy a poner un ejemplo: Hace unos días, - supongo que en estos momentos la capacidad de asunción del verdadero contenido del morfema “tiempo” es absolutamente adjetivo a sus devaneos con el léxico -estaba tomando unas cervezas con unos amigos en un quiosco que hay cerca del Nasdivia[6]. Pues bien, había dos personas hablando detrás de mí sobre la existencia o no de Dios, y a pesar de que la conversación que mantenía con mis contertulios era agradable, no pude menos que expresar mi opinión en voz alta a lo que aquellos dos estaban hablando. Presumo que fue debido a que mis ideas no estaban del todo en acuerdo con las que tenían ellos, así que enseguida sentí la furia desatada de estos dos, ahora, energúmenos que no paraban de pegarme. ¡Fíjese usted, que yo estaba de espaldas!. Y aún así me atacaron. Por eso siempre he pensado que esta capacidad que poseo pudiera serle de alguna utilidad a alguien, ya que a mi no.

Se calló mirándome insistentemente, como buscando mi aprobación, no sé si a su capacidad, o al hecho de haber obrado bien en aquel momento. Pero como bien he dicho en alguna ocasión, introduzco el libre albedrío y ello debo llevarlo hasta las últimas consecuencias. ¡Qué culpa tengo yo de que los mecanismos insertados funcionen a veces defectuosamente?.
No me acuerdo ni si dijo algo más o se fue enseguida, porque la disertación de este personaje me dejó hundido y pensante, intentando entresacar las posibles enseñanzas de su actuación. Debo confesar que me sentí inquieto, y posiblemente fue la primera vez que deseé no haber comenzado el experimento. Lo cierto es que me encontré solo delante de una piedra vacía y el ser aquel, ubicuo se podría llamar, había desparecido.
Pasé un tiempo indefinido sin ganas de remotenarme[7] en nada y deslinqué[8] el monio[9] hasta auftaljarme[10] con la mismísima hierba.

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[1] De remotenar, mimetizar
[2] Eliminar de forma grosera
[3] Aparato perceptor múltiple
[4] Desajuste en la percepción de audio
[5] De flectar: Fijar una forma difícil de cuerpo.
[6] Nombre del río que hay cerca.
[7] Mimetizarme
[8] De deslincar: Deformar
[9] Cuerpo físico
[10] De auftaljarse: Fundirse con otro cuerpo hasta formar uno solo.

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