lunes, 14 de julio de 2008

El domador de caracteres

(Folios encontrados por José Antonio Soria Estevan)


Estaba desayunándome un ligero skulz[1] bien regado con ambriada[2] cuando sonó la cancela de la verja
-Buenos días ¿hay alguien? -Preguntó con voz fuerte y decidida.
-Un momento, por favor - contesté mientras tragaba skulz con la máxima rapidez que podía.
Salí al promontorio donde se encontraban las piedras y señalándole una me senté en la otra. Él parecía decidido a no hablar, una vez sentado estuvo un tiempo indefinido escrutándome intentando, presumo, que rompiera el hielo, así que le dije: -
-¿Entonces usted viene por lo del anuncio?
-Sabia deducción, ¿qué le hace pensar que así es? También he venido a que, si tiene a bien, me cuente me contestó.
Ante mi silencio a su pregunta prosiguió:
-Bueno, en realidad sí he venido por el anuncio en sí. Pero más por el trasfondo que se infiere en la persona que lo ha escrito. Sí. Pienso que Usted, si es Usted quien ha insertado el anuncio, posee un carácter condicionado por hechos acaecidos en su niñez, posiblemente.
Mientras hablaba, a veces sonreía paternalista, otras sombreaba su mirada y siempre divagando, apuntillando, con la vana pretensión de encasillarme en alguna especie de rol al que estuviese acostumbrado. Así siguió hablando, no tanto de mí como de él, infiriendo de mi presencia toda su vida, sus actos. Así me contó que fue a la universidad donde cursó estudios de psiquiatría, que había escrito en una prestigiosa revista un artículo sobre la doma del carácter.
-Soy, decididamente, un domador de caracteres, un salvador de almas. Si quiere, mi misión en este mundo viene a ser similar a la del exorcista en la cultura cristiana. Él expulsa al diablo...
Mientras decía esto último me ofreció un gesto de complicidad, que yo, lógicamente, obvié.
-...del cuerpo por medio de rezos, hechizos y zarangazas diversas. En cambio yo detecto todos esos males, esas posesiones diabólicas en los mal funcionamientos diversos de las circunvoluciones cerebrales. De esta manera venzo al diablo, que para Usted y para mí, le diré que no es otra cosa sino una invención para doblegar mentes. ¿No se asombra?. ¿No encuentra duro o al menos divertido el hecho de doblegar mentes?. Bien, yo dejo esos dobleces o su intento para los militares, curas, iluminados y un sin fin de curiosos especimenes que pululan por este astroso mundo. Yo lo que hago realmente es domar caracteres. A veces me llega un desmembrado de mente con un tipo de carácter avieso indicándome su deseo de cambiar, de tal manera que así lo hago.
Se puso súbitamente serio y calló un rato.
-La verdad es que cuando una terapia conversacional no me produce el resultado requerido, utilizo la medicina que se ha dejado llamar convencional. Administro dosis de varios fármacos, eso sí, debidamente estudiados, y voy probando con unos y con otros hasta que consigo domar el carácter del desmembrado.
Otro silencio, esta vez más largo, hasta el extremo que me faltó poco para delincar el monio[3] y sublimarme un poco en mi deformación.
-Lo cierto - prosiguió sin percatarse de mi estado y sin dejar de mirar a una pequeña araña que tejía entre dos hebras de hierba su trampa mortal ¾ es que consigo mejores efectos entre los no contaminados, es decir, entre las personas que no tienen ningún problema mental derivado de un mal funcionamiento de su mente. Cierto es que me resulta sencillo domar el carácter, y de hecho lo he logrado repetidamente, de mi esposa, mis hijos y de mi secretaria. Eso y todo que saben quien soy y saben de mis capacidades adquiridas. Si no fuese así, comprenderá que no me hubiesen publicado aquel escrito en aquella revista tan prestigiosa. ¿Sabe Usted?. Son muchas las veces que me pierdo entre la gente, en los bares, en las colas de los museos, y digo las de los museos porque suelen ser más lentas, y utilizo mi superioridad, herencia de estudio, para domar sus caracteres aunque sea momentáneamente. ¿Usted tiene perro?. ¿Lo ha llevado alguna vez a que lo adiestren?. ¿No?.
Negué suavemente impeliendo, como había visto la cabeza hacia izquierda y derecha.
- Bueno, pues el trabajo de estos adiestradores no difiere en el fondo de lo que yo hago, aunque sí un poco en la forma, dado que la correa que ellos usan la suplo con la dependencia y los golpes físicos asestados a estos, los convierto en golpes a sus neuronas o confrontaciones con su propia identidad. Realmente más puedo domar un carácter cuantos más secretos poseo de aquel que quiero domar. A veces, las más, utilizo, como hacen las llamadas pitonisas o echadoras de cartas, un elemento. Ellas usan unas cartas, o una bola, o el mismo poso del café...
Me recordó en este momento el inmejorable sabor del skulz que había saboreado no hacia mucho tiempo.
-...pues bien, yo uso los llamados elementos oníricos.
Ante mi mirada inquisitiva, que no quiso serlo, pero lo fue, él siguió su soliloquio
-Si, yo espeto a la presa,...
Desvirtuó el significado del principio de su disertación en el convencimiento de que el interlocutor es capaz de captar todas las ideas durante una conversación, pero no así la oratoria, que como definición, por lo que pude observar en las personas que acudieron al anuncio, era efímera y se diluía en el aire y en el cerebro de los interlocutores, y no solamente en ellos, sino en los oradores.
-...a que me cuente sus sueños. De esta manera, oracularmente, mezclo símbolos y estados de ánimo, y situaciones vitales y existenciales en el tiempo, que entre nosotros, le diré que no hay tantas. Una muestra: ¿Usted diría que es posible, sin azar de por medio, que dos personas en este mundo tengan el mismo número de pelos en el cuerpo?. Pues bien, la realidad es que sí, que miles. No en vano existen en el planeta unos siete mil millones de personas y es prácticamente imposible que un ser humano tenga siete mil millones de pelos en su cuerpo. No cabrían. De esta manera, las emociones son muy inferiores en número a la cantidad de pelos, y cada emoción entronca con una sensación, y estas son más escasas. Y cada sensación entronca con un hecho y estos son aún más escasos. Y si seguimos, veremos que todo este embrollo se convierte en una pirámide invertida que nace en su vértice de la inteligencia. No de la virtud cogitativa. Al animal solo se puede domar el carácter con imperativos, las personas...
En este momento se le iluminaron los ojos, comenzó a temblar y fue ascendiendo lentamente.
-... gracias al cielo son complejas, y en su complejidad está la posibilidad del goce en su doma...
Esto último casi ni lo oí debido a que ya estaba a mucha altura y no lo percibía bien. No sé si porque tenía puesto el defractor[4] demasiado apretado, o porque las interferencias que me provocaban las ondas de los teléfonos móviles me anulaban su comprensión. Me levanté y aliupé[5] un poco a la espera de alguien más.
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[1] Brebaje muy parecido al café muy espeso
[2] Bebida agridulce
[3] Deformar el propio cuerpo material
[4] Intercambiador de sonidos
[5] De alupiar, inmovilizarse

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